En el marco del programa Mal Dormides de Fm Boedo, la periodista Mailén Sosa entrevistó a Marina Cardelli, Presidenta de Cascos Blancos, coordinadora del equipo de investigación de política exterior del Centro de Formación y Pensamiento Genera, e integrante del equipo de Relaciones Internacionales del Movimiento Evita.
– ¿Cómo se hace posible un modelo de trabajo basado en la cooperación, la solidaridad y la participación comunitaria como eje central de su accionar?
La República Argentina mantiene un firme compromiso con el multilateralismo, la paz, el desarrollo y con la asistencia humanitaria internacional; asistencia que nuestro país ejecuta a través de la Comisión Cascos Blancos. Se brinda asistencia a solicitud de un Estado afectado por una crisis o desastre, por medio de un ofrecimiento que este debe aceptar, o bien en el marco de un llamamiento multilateral humanitario. A su vez, la particularidad excluyente del modelo humanitario argentino, respecto de otros países de la región y del mundo, es la conformación de un cuerpo de voluntarios administrado y dirigido desde el año 1998 desde el Estado Nacional, sobre la base del cual cumple sus funciones y desarrolla sus principales acciones de coordinación de la asistencia humanitaria internacional Argentina.
Hasta hoy ha desarrollado más de 300 misiones internacionales de asistencia humanitaria en más de 70 países de los 5 continentes. Expertos de diversas profesiones y especialidades que aportan sus conocimientos y su tiempo para brindar asistencia a quienes la necesitan. De esta forma, la asistencia humanitaria argentina se ha transformado en una política pública, que da cuenta de que la Argentina es un país solidario, que tiene entre sus prioridades enfrentar la pobreza y las desigualdades, contribuir con quienes lo necesiten para construir justicia social adentro y afuera de las fronteras.
Pandemia de Covid-10
– ¿Cuál es la prioridad de la Comisión en esta coyuntura?
Para identificar prioridades hay que hacer un balance de la pandemia. Argentina es reconocida mundialmente por la forma de responder a esta pandemia. Para nosotros hacerlo a tres meses de cambiar de gobierno fue también muy importante porque el estado, la economía, el trabajo, el tejido social estaban lastimados por políticas económicas y sociales que destruyeron la producción y el trabajo en al argentina, además de dejarnos en una situación de muchísima vulnerabilidad financiera.
Todas las áreas de gobierno tuvimos claro desde el principio que la prioridad era enfrentar esa situación integralmente. Por eso, Como lo dijo muchas veces el presidente, la salud fue y es la prioridad, no la salud entendida como ausencia de enfermedad, sino la salud integral. Por eso las medidas incluyeron multiplicar la capacidad de respuesta del sistema de salud, el distanciamiento o aislamiento social preventivo y obligatorio según la fase pero también el ingreso familiar de emergencia para 9 millones de argentinos y argentinas que mas lo necesitaban, una batería de medidas de ayuda económica al sector privado, como el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) que cuidó el trabajo y garantizó la producción, y por eso hoy la prioridad está puesta en la reactivación económica además de disminuir los contagios.
Todo esto fue el resultado de una definición muy clara que tenemos y es que el Estado está para garantizar derechos. Después de ver lo que pasó en Europa o en las principales economías del mundo, después de ver lo que pasa en América latina que hoy es el epicentro de la pandemia, es innegable el rol irremplazable de los Estados como garantes de derechos, como garantes de respuesta.
Un segundo gran aprendizaje es la importancia de los diálogos amplios, diversos y sobre todo aceitados, para construir respuestas con todos los sectores. Por lo menos en la Argentina hemos visto que el rol de la comunidad organizada, organizaciones sociales, voluntariados civiles de todo tipo, congregaciones, ONG, fue y sigue siendo central. Incluso el rol de la concurrencia de actores de todo el mapa político. La respuesta local no hubiera sido posible sin la comunidad organizada con suficiente poder en los territorios como para complementar su acción con la del Estado.
– A eso le suma dos prioridades transversales, la perspectiva de género y la ambiental.
Las crisis ponen mucho más de manifiesto las desigualdades estructurales y las mujeres son y serán las más afectadas por la situación que se viene después de la pandemia. Las mujeres, poblacionalmente, somos las más afectadas cuando hay una crisis económica o un desastre socionatural por el tipo de tareas que está estipulado que tenemos que cumplir. Tener una ayuda humanitaria con perspectiva de género supone considerar el rol particular de las mujeres en esas circunstancias y tener una atención sanitaria, psicológica o humanitaria con éso como elemento central.
También tenemos la definición de trabajar el eje ambiental. Para eso estamos conformando equipos de trabajo que articulen con los organismos internacionales que abordan el tema para pensar estrategias conjuntas. Somos conscientes de que la ayuda humanitaria es necesaria, en muchos casos, cuando hay poblaciones enteras expuestas a desastres naturales y cuando las condiciones de ambientales en el mundo empeoran segundo a segundo, los desastres naturales se incrementan, la pandemia o los incendios que estamos viviendo son muestras de ello. Si no encaramos un proceso de sensibilización respecto de cuál es la consecuencia del modelo de vida que tenemos, o de los modelos productivos que utilizamos, difícilmente trabajemos para prevenir esas tragedias. Estaríamos contribuyendo a intensificarlas. Para un organismo como Cascos Blancos no profundizar en la problemática ambiental es no vincularnos con las causas de muchas de las situaciones que luego tenemos que atender.
– ¿Por qué crees que sos la primer mujer en gestionar Cascos Blancos?
Que haya muchas mujeres en el actual gobierno asumiendo tareas históricamente asignadas a varones es una marca de época y el resultado de la lucha de las mujeres. Muestra que también hay, por parte del Gobierno, una decisión de encarar una política diferente en términos de género, que se expresa en que hay mujeres en espacios de decisión; un ministerio específico para pensar la problemática y, sobre todo, voluntad de encarar políticas públicas con perspectiva de género. En esa línea, también hay voluntad de tener una política exterior sensible al género en Cancillería. Por eso, mi lugar acá es histórico. Pero que sea mujer no es suficiente. Si Cascos Blancos no encara una transversalización de la perspectiva de género en la conformación del cuerpo de voluntariado, en la paridad de todos los equipos de trabajo o si no incorpora la perspectiva de género con mucha fuerza en la ayuda humanitaria, entonces que sea mujer será insuficiente.
Por Mailen Sosa