C Tangana, Yate, el feminismo y el consumo cultural que (¿no?) queremos

Por Laila Masón

El músico lanzó “Yate”, su primer single luego de la salida de su álbum “El madrileño” en febrero pasado. Entre el flamenco y el trap, Antón dio a conocer al mundo un tema que bien podría ser un bonus track de dicha obra. Para festejar su salida, decidió hacer promoción de éste festejando en un yate rodeado de varias modelos de España que posan de forma provocativa (¿es una palabra muy machirula?), lo cual desató la polémica sobre si el músico es o no machista. De aquí los siguientes interrogantes: ¿Todo consumo cultural tiene que ser medido con la vara ética y moral? ¿Por qué lo primero que se nos pasa por la cabeza al ver este tipo de publicaciones es el hecho de que hay una mujer cosificada?

De éste último me surge particularmente la duda de qué tanto avanzamos y qué tanto nos replanteamos todo si nuestro primer pensamiento es creer que un grupo de diez mujeres (entre ellas la actriz española más famosa y probablemente mejor paga del momento) que sale en bikini en Instagram solo puede estar allí si un hombre blanco y rico se los pide y ellas acceden sin desearlo, siendo objeto de consumo del espectador. ¿Por qué no pueden haberlo elegido ellas? O tal vez sí, tal vez las manos del patriarcado se estén metiendo en nuestros consumos, nuestras redes, nuestros comportamientos y nuestros placeres constantemente. Tal vez la actriz que con 21 años probablemente sea más conocida en el mundo que el mismo Madrileño aparezca en esa foto abrazada a él con poca ropa porque sienta que su cuerpo también es objeto de consumo y debe mostrarlo para seguir teniendo una carrera fructífera. O tal vez no, tal vez lo que nos quiera decir es que ella es la única encargada de decidir qué y cómo hacerlo, y que si quiere puede aparecer en medio de un yate al lado de un millonario y otras 9 modelos porque puede, porque puede y sobre todo porque quiere y así lo decidió. Pero la pregunta vuelve a ser la misma: ¿Qué cambió en nosotrxs si lo primero que atinamos a pensar es que esas mujeres llegaron allí sin poder de decisión? ¿Por qué lo primero que hacemos es otorgarle a la mujer un lugar pasivo en la toma de decisiones? Puede que éste sea el momento para empezar a pensarlo.

Del segundo interrogante que surge a raíz de la polémica que dicha foto desató, sólo puedo pensar en toda la gente que fue a escuchar este single movida por el deseo de saber si realmente C Tangana escribe sobre estar abrazado a diez mujeres hegemónicas en un yate (¿no escucharon antes Demasiadas Mujeres para disparar su indignación?) y a ver qué imágenes lo acompañaban y simplemente encontró un lyric video con una foto fija y una letra en la que un hombre llora porque tiene mucha plata pero sigue estando triste. ¿Qué habrán dicho entonces? No lo sabemos, pero buena jugada de marketing/prensa.

Pero entonces, lo que más dudas me genera sigue siendo: ¿Tenemos que ir por la vida con la vara moral bien afilada para no permitirnos un sólo consumo que no genere indignación? Y no hablo ni siquiera de consumos irónicos, hablo de consumos que disfrutamos, que nos dan placer, que nos gustan, y que socialmente podrían ser cuestionados por ser generados por personas a quienes no se les perdona no haber nacido 10, 20, 30 años después y no haberse sentido más interpeladxs por el feminismo en ese entonces o no haberse ajustado ahora a no mostrar más culos en el video de una canción. ¿Qué hacemos en el mientras tanto? ¿Cancelamos todo lo que ya fue hecho anteriormente y no nos gusta por no ajustarse a los parámetros con los que medimos la realidad hoy? ¿Dejamos de consumir a una nueva generación que, aunque nueva, no tiene los valores éticos que desearíamos?

Para nada de todo eso tenga respuesta, pero creo que al menos plantearlo es un buen inicio ¿No?