Por Matías Cukierman
Este sí es un viaje. Un viaje al centro mismo de la tierra que ocupamos, en la más extensa y posible interpretación del término. Solamente a modo de refrescada y ya pasados un tiempo del evento, en la última Feria Internacional del Libro de Buenos Aires Perú, a través de su Ministerio de Cultura, se hizo presente con un stand propio por primera vez. Un espacio hermoso en el cual pudimos tomarnos el tiempo para conversar de todo lo rico en materia literaria que ofrecía y también de lo que no llegó: un paro nacional impidió que las editoriales distantes de Lima pudieran acercar sus materiales para enviar a la capital porteña. En el grueso de esos proyectos convivían especialmente las voces fundamentales de los pueblos originarios. No obstante, una gran idea de Perú fue la puesta de un Mapa sonoro de las lenguas indígenas u originarias del Perú: 44 lenguas amazónicas y 4 andinas. Estas lenguas, nos decían, reflejan la cosmovisión de estos pueblos.
Pero entre el material a disposición, por ejemplo, la editorial Pakarina trajo Sanchiu, de Dina Ananco, poeta awajun-wampis. En su obra, bilingüe wampis-castellano, la autora traza un mapa de la cotidianeidad de estos pueblos, de cómo se interpolan sus cosmovisiones ancestrales con los parámetros de la vida moderna, a la vez que se posiciona y reivindica al interior y exterior de su comunidad: “No sé a ustedes/ A mí, a veces me da la gana de pensar como wampis/ Otras veces como mujer wampis,/ Universitaria wampis/ Mamá wampis/ La amante wampis”.
Este sí es un viaje. De leídas nos había llegado muuuuuuchos meses atrás la gesta de un proyecto interesantísimo y que finalmente conocimos en Telén, un pueblito del interior de Santa Rosa. Allí nos congregó una nueva edición de la Feria Provincial de La Pampa en la que estuvo presente Ediciones del Centro Cultural Tewok, un proyecto que surgió no hace mucho dentro de la comunidad wichí Santa Victoria 2, en Salta. Su primera publicación es LHÄ ATSANCHEYÄJ o Nuestra naturaleza verde sostenida, una obra creada colectivamente en la que miembros de la comunidad experimentaron por primera vez el lenguaje de la poesía, evidenciando un contacto genuino de sus cosmovisiones y esta forma de decir, a la que entendieron como una forma de hablar del alma, que se editó y elaboró en formato artesanal cartonero en el seno de la misma comunidad.
Es una obra riquísima para intentar comprender la forma de vivir y pensar de los wichí. Eso se puede leer en la obra y eso también nos ayudó a entender Lutsej, el cacique de la comunidad Santa Victoria 2 con el que conversamos un rato largo sobre el proyecto. Eso también se puede percibir por ejemplo en el poema “La sabiduría oculta del monte” que Candela Mendoza, su autora, leyó con mucha gentileza en wichí y puede oírse aquí gracias a la gestión de la editorial Amauta&Yaguar: https://www.instagram.com/p/CeZNWFcFWPL/
Este sí es un viaje. Un viaje al centro mismo de la tierra que ocupamos, en la más extensa y posible interpretación del término. Un viaje cargado de profundas reflexiones, de procesos empáticos, de tejer redes, de procurar realzar las voces ocultas dentro de una cultura más amplia y rica de lo que comúnmente nos enseñan y recortan para adaptar nuestro saber a una minúscula visión del mundo.
“El monte sabe cosas que la gente no sabe. / El monte vive, ve y escucha. / Ve las cosas que el hombre y la mujer hacen. / El monte es árboles, tierra, viento, trueno, lluvias / y todas las cosas que vuelan y las que tocan la tierra. / El monte no es solamente monte. / Es el que sabe los pensamientos de la gente / ¿El hombre no sabe? / ¿No quiere saberlo? / Yo no sé, él lo sabe. / Nosotros que somos personas que caminan sobre la tierra / podemos escucharlo, tocarlo. / Queremos tranquilidad, paz y la encontramos porque somos tierra. / Parte de la tierra. / Tú eres la tierra. / Levántate y escucha. / Te va a escuchar.”